Por Redacción Inversión Inmobiliaria
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Según un artículo de Finantial Times, debe haber dudas sobre la política china, primer país que registró infectados. La deuda total en el país se apropia rápidamente del 310% por ciento del producto interno bruto, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF en inglés).

Algunos analistas sostienen que no hay necesidad de preocuparse por la deuda del país, porque gran parte de ella es de naturaleza cuasifiscal y está respaldada por un poderoso soberano y un grupo de ahorros internos.

Pero el tamaño de la deuda de China puede, sin embargo, restringir su capacidad de ayudar a su economía a salir de la crisis de Covid-19.

Como muestran los datos del IIF, China redujo su montaña de deuda en 2018 mientras buscaba desenredar el apalancamiento que apiló en los brotes de estímulo impulsado por el crédito desde la crisis financiera mundial de 2009. Pero desde entonces ha vuelto a activar el estímulo para apoyar el crecimiento.

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[quote width="auto" align="none" border="#013e76" color="#59a3d9" title=""]Uno de los principales canales ha sido el sector inmobiliario. Pero la propiedad en China ya está en un nivel muy alto. Según una encuesta realizada en octubre pasado por el arco de FT Confidential Rese, el 90% de los hogares chinos poseen al menos una propiedad y el 35 por ciento posee dos o más. [/quote]

Además, el 61% de los encuestados dijo que esperaba que los precios de la vivienda continuaran aumentando, a pesar de una campaña gubernamental de larga duración para reducir la especulación property.

En palabras de Bhanu Baweja, estratega jefe de activos cruzados de UBS en Londres, "en algún momento, el precio de ese tulipán va a caer".

La dificultad para los encargados de la formulación de políticas de China es que, después del colapso de la producción económica en el primer semestre de este año, tendrían que descontar un impulso gigantesco a la actividad para mantener el crecimiento anual del PIB en la meta en 5,5 a 6%.

Incluso si tal impulso fuera posible, haría que el riesgo de un evento crediticio fuera mucho mayor.

Por otro lado, si Pekín ejerciera moderación y permitiera que su economía se desacelerara, la preocupación inmediata sería el éxito para el crecimiento europeo y mundial. El problema de un evento crediticio, aunque no resuelto, sería pateado por el camino.

Idealmente, los encargados de formular políticas del grupo de naciones del G20 estarían trabajando juntos para obteneruna respuesta coordinada. Pero hay pocas señales de eso.

Como consecuencia, no sólo la magnitud de la crisis del coronavirus y la capacidad del mundo para hacer frente a ella siguen estando en duda, sino también la capacidad de la economía posterior a la crisis para hacer frente a la deuda que la precedió.

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