Los cambios a los que ha obligado la pandemia del COVID-19 no solo se enfocan en la transformación de los espacios de oficina y la implementación de nuevas modalidades de trabajo, a estos se suma el reto de garantizar el bienestar de los colaboradores donde quiera que estén, incluso en su hogar.
Por Alejandra Soto
asoto@inversioninmobiliariacr.com
Foto: Imágenes con fines ilustrativos (fuente: freepik.es)
El trabajo remoto ha cambiado la forma en que las empresas y los empleados ven los espacios laborales. Todas las industrias, sin distinción, se han visto obligadas a ajustar sus espacios de trabajo a estas nuevas exigencias y demandas del mercado, o están en planes de hacerlo.
Toda esta transformación va de la mano de los nuevos modelos de trabajo implementados por las compañías, los cuales dependen del tipo de empresa y sus necesidades. Con la finalidad de garantizar el bienestar de su talento y el éxito de sus operaciones, las organizaciones han tenido que evaluar diversos esquemas laborales como el híbrido, teletrabajo, presencial o la habilitación de centros de trabajo periféricos.
Durante la crisis provocada por el COVID-19, la necesidad de trabajar desde casa ha planteado retos considerables para garantizar condiciones laborales seguras y saludables, a pesar de que tanto los empleadores como los trabajadores no estaban preparados física ni mentalmente, y tampoco contaban con las infraestructuras necesarias para hacerlo.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), aunque puede ser difícil para los empleadores realizar evaluaciones de riesgos tradicionales en el domicilio de un trabajador, sigue siendo su responsabilidad comprobar varios aspectos que garanticen el bienestar de los empleados.
Por ejemplo, corroborar que el trabajo puede realizarse con seguridad desde casa, lo que puede implicar ajustes en las tareas; verificar que los trabajadores disponen del equipo y las herramientas adecuadas para trabajar de forma segura en casa, incluido el equipo de protección o de seguridad necesario; además, si disponen de la información, instrucción, supervisión y formación pertinentes, incluidas las medidas para hacer frente a las emergencias.
Para el ente internacional, el empleador también debe tomar medidas para proteger la salud y el bienestar físico y mental de los trabajadores, así como realizar ajustes razonables para los trabajadores con discapacidad, los cuales deben estar relacionados con el trabajo que realizan desde casa.
Un rol compartido
Según el análisis de la OIT, para garantizar un esquema exitoso que garantice el bienestar corporativo, las responsabilidades deben ser compartidas entre empleadores y empleados.
Compete al empleador asegurar entornos y condiciones de trabajo seguros y saludables, así como el cumplimiento de las leyes relacionadas con el tema. Asimismo, tiene encomendada la evaluación de los peligros y riesgos profesionales y su gestión, con arreglo a adopción de las medidas de prevención y control pertinentes; además de velar porque los colaboradores estén informados de todos los aspectos relacionados con la seguridad y salud en su trabajo.
No obstante, si bien la responsabilidad de mejorar las medidas de seguridad y salud en el trabajo recae en el empleador, la OIT considera que los colaboradores también juegan un papel de suma importancia y deberían participar activamente en el desarrollo y la aplicación de las medidas de prevención y control.
A los ojos del ente internacional, los trabajadores son una importante fuente de información sobre la seguridad y salud en el trabajo, ya que conocen de primera mano los problemas que plantean las prácticas y los procedimientos de trabajo, y pueden ofrecer un valioso asesoramiento sobre los riesgos y las posibles soluciones.
[quote width="auto" align="none" border="#013e76" color="#59a3d9" title="añade la entidad"]También pueden ofrecer sus conocimientos sobre los defectos de la maquinaria, las instalaciones o el mobiliario; las dificultades causadas por el diseño y/o la disposición de los equipos de trabajo; el tipo, la frecuencia y la gravedad de los incidentes o cuasi accidentes que se producen, así como sobre el impacto de los programas de gestión.[/quote]
Los altos costos
El análisis de la OIT también pone en evidencia los costos directos que tiene para las empresas una mala gestión de la seguridad y salud de los colaboradores. Destacan los costos relacionados con la perturbación de su actividad, la pérdida de producción continuada por la ausencia de un trabajador, gastos de seguro e indemnización, aumento de las primas de seguro, así como multas o procedimientos judiciales.
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Mientras, los costos indirectos son catalogados como mucho mayores. Entre ellos menciona aquellos asociados a la ausencia del trabajador afectado (sustitución, horas extraordinarias, pérdida de producción, reorganización del trabajo), una pérdida adicional de horas de trabajo además de las derivadas de la propia lesión (reparaciones y limpieza, ayuda al trabajador lesionado, primeros auxilios, interrupción del trabajo), una menor motivación, mayor absentismo, entre otros.
[quote width="auto" align="none" border="#013e76" color="#59a3d9" title="destaca la OIT"]La actitud tradicional, que consideraba que cualquier mejora de la salud, seguridad y bienestar de los trabajadores representaba una carga financiera adicional, está siendo sustituida gradualmente por otra que la considera como un componente integral de la sostenibilidad económica y el desarrollo organizativo de una empresa.[/quote]
Tanto la OIT como la Organización Mundial de la Salud (OMS), estiman que las enfermedades profesionales, aquellas contraídas por la exposición a factores de riesgo como largas jornadas laborales o por estar en contacto con partículas, gases y humo, causan el 81% de todas las muertes relacionadas con el trabajo. Mientras que las muertes ocasionadas por accidentes laborales representan el 19%.
Este tipo de percances suponen importantes pérdidas económicas para las empresas y las economías en su conjunto, que pueden medirse en términos de costos de atención de salud, costos de indemnización, pérdidas de producción, reducción de la capacidad de trabajo y menor participación de la mano de obra; además, determinan la pérdida del 5,4% del PIB mundial anual, detalla el estudio “Fomentar el diálogo social para una cultura de seguridad y salud”, publicado OIT en 2022.
Ante esta situación, la OIT opina que la adopción de medidas a nivel del lugar de trabajo es esencial para fomentar una cultura de prevención en materia de seguridad y salud. Ello presupone el cumplimiento de la legislación en esa materia y la introducción de sistemas de gestión, junto con un cambio para lograr una cultura positiva en la materia.
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