La enmarañada movilidad urbana dificulta la aspiración de San José por convertirse en un modelo de ciudad.
Por Andrea Rodríguez
arodriguez@inversioninmobiliariacr.com
Para muchos, una ciudad sostenible se teje únicamente en el imaginario. Para otros, sí es posible pasar del sueño a la acción.
Hablamos de esa ciudad con un sistema de transporte interconectado, donde el peatón sea la prioridad, y el vehículo, hoy amo y señor de nuestras calles, nuestra última alternativa.
Nos referimos a espacios donde el suministro de energía dependa cada vez más del viento y del agua, no de los combustibles fósiles. Se trata de aquel espacio donde los residuos no se exhiban como un triunfo del consumismo, donde las edificaciones respiren verde y donde la sostenibilidad de su población gire en un entorno económico pujante.
Si bien en el orbe no se puede señalar un único punto como referente, varias ciudades desafían las teorías y se vuelven un ejemplo a seguir.
Singapur es una de ellas, sus más de 300 kilómetros de red de conexión de parques para facilitar la circulación de peatones y ciclistas entre los distintos espacios de la ciudad lo ejemplifican.
La consultora internacional PwC la señaló como una de las ciudades más atractivas del mundo para vivir y, como si fuera poco, lideró el ranking en transporte e infraestructura por su red limpia y eficiente de trenes, ferris, buses y carriles exclusivos de bicicletas que atraviesan la capital.
En nuestra región también se han empezado a copiar las buenas prácticas. México es un ejemplo de ello, y lo que parecía un imposible para la capital mexicana, despejar sus cielos contaminados y mejorar la calidad del aire, parece estarse convirtiendo en realidad.
Solo entre 2008 y 2012, Ciudad de México redujo sus emisiones de carbono en 7,7 millones de toneladas.
Entonces surge la pregunta: ¿y Costa Rica? Los expertos aseguran que la infraestructura vial es la piedra en el zapato, pero que su producción de energía limpia la convierte en un referente.
En 2016, el país rompió su propio récord de abastecerse por 150 días al utilizar electricidad 100% renovable para sus operaciones. El diario español El Mundo lo alabó: “Costa Rica está muy cerca de conseguir algo con lo que sueñan muchos países ricos de alrededor del mundo”.
Así, con algunos países referentes en algunas prácticas y con otras naciones líderes desde otras trincheras, les presentamos los al menos cinco puntos que definen a una ciudad como sostenible.
[quote width="auto" align="none" border="#002f56" color="#59a3d9" title="explicó Daniel Álvarez, Socio Director de Cushman & Wakefield."]Este 2017 y el 2018 serán años de diagnóstico para determinar hacia dónde girarán las políticas del nuevo gobierno estadounidense, si empezamos a ver barreras podría presentarse un impacto muy fuerte, principalmente en el mercado de oficinas; sin embargo, siempre hay un encadenamiento en los distintos segmentos[/quote]
Promover el transporte y la movilidad urbana es quizá una de las caras más visibles que pueda tener una ciudad en completa sostenibilidad.
Para Roberto Guzmán, director de la organización Chepecletas, desde este eje se teje la esencia y un sistema de transporte público eficiente y atractivo se vuelve un imperativo.
A su criterio, y para el caso de Costa Rica, se trata de uno de sus puntos más débiles causado en mayor medida por un modelo de ciudad que premia al automotor como medio de transporte.
[quote width="auto" align="none" border="#002f56" color="#59a3d9" title="continuó Roberto Guzmán, director de la organización Chepecletas."]Una ciudad sostenible es compacta, porque si se extiende cada vez eso genera una mayor demanda de transporte. Nuestra Gran Área Metropolitana (GAM) crece cada vez más hacia las afuera y eso complica la oferta y el desarrollo del transporte público de calidad[/quote]
El propio informe del Estado de la Nación señala, en su última publicación, cómo la ciudad de San José ocupa el segundo lugar entre las ciudades de América Latina en el peso del transporte privado y en su costo por kilómetro, superada solo por Buenos Aires.
“En términos per cápita, es la ciudad que tiene más motocicletas y la quinta con mayor cantidad de vehículos”, continúa el documento.
Claro está, el paso débil en las políticas públicas para incentivar la modernización del transporte público no hace más que complicar el panorama.
A ello se le aúna otra de las tareas más extensas: incentivar medios alternativos de transporte, como la bicicleta.
El mismo informe agrega que; por ejemplo, que en rutas como Desamparados, hasta 32 líneas de autobuses llegan a pasar por una misma vía.
El resultado:horas de traslado excesivas, complicaciones en salud y en la economía, al tiempo que crece el descontento ciudadano, en constante ebullición.
Una ciudad sostenible debe también atender de manera prioritaria el manejo de sus residuos y sus mayores focos de contaminación.
Aquí, se valoran factores desde la modificación de los microclimas urbanos, a través de un buen manejo de los espacios verdes, el tratamiento de las aguas residuales hasta el ruido.
“Este es un punto muy claro donde uno puede ver que, para crear ciudades sostenibles, se requiere del involucramiento y la conciencia de los individuos”, comentó Guzmán.
A nivel nacional, el país tiene un pendiente con su recurso hídrico, tanto por su contaminación como por el acceso equitativo al servicio.
El informe del Estado de la Nación señala en su capítulo ambiental, “Armonía con la Naturaleza”, que el rezago del país en infraestructura y tecnologías para el tratamiento de aguas residuales se traduce en una constante.
De acuerdo con un programa de monitoreo en 64 sitios distribuidos en las diecisiete microcuentas que conforman la subcuenta del río Virilla, por parte de la Universidad Nacional (UNA), se comprobó que 30 de los sitios de monitoreo presentan baja contaminación o están limpios, en 22 la calidad del agua es moderada y los 12 restantes tienen altos niveles de contaminación (la mayoría ubicados en afluentes de zonas urbanas de alta densidad).
En contraposición, las tareas y programas que se tejen desde las municipalidades para aprender a lidiar con los desechos de las comunidades da señales de progreso, aunque también es cierto que los ayuntamientos pueden mejorar en la materia.
Según un informe emitido por la Controlaría General de la República (CGR) en 2011, solo diez de las 81 municipalidades de Costa Rica tenían un plan de manejo de residuos sólidos, pero a mayo del 2016, 72 entidades ya tenían el plan listo y nueve todavía estaban pendientes de elaborarlos.
Gracias a las iniciativas, y según el ente contralor, solo en 2014 los ayuntamientos recolectaron 961.500 toneladas de desechos; eso sí, solo 12.145 toneladas (1,23%) eran valorizables.
Algunas municipalidades como San Rafael de Heredia, Jiménez de Cartago y Curridabat se reconocen por sus buenas prácticas y por dar pasos en la dirección correcta. En esta última, un día a la semana - al menos- se destina para la recolección de basura no tradicional en las comunidades, misma que posteriormente sería separada y que podría regresar a las arcas municipales convertidas en recursos.
Las grandes virtudes de operar un inmueble sostenible
A nivel mundial, informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estiman que para el 2050 se empleará un 80% más de energía, lo que conllevará a un incremento en las emisiones de CO2, por lo menos, de un 70%.
De esta forma, el cambio en las políticas actuales se vuelve inminente y pensar en ciudades que se autoabastezcan energéticamente figura como el ideal.
Pero para optimizar el uso energético de las ciudades se debe pensar en su producción (ojalá exclusiva de fuentes renovables), en la distribución y consumo de esa energía y, una vez más, en el transporte.
Como ya se mencionaba, en 2016, Costa Rica rompió su propio récord de abastecerse por 150 días al utilizar electricidad 100% renovable para sus operaciones y ese puede citarse como su punto más alto.
Sin embargo, el reto central está en el transporte. La dependencia de combustibles fósiles en el sector requiere una atención y un apartado especial.
Solo para visualizar el reto, solo entre 2014 y 2015 Costa Rica aumentó su parque automotor en un 6,5% y alcanzó la cifra de 1.489.699 unidades, con un peso mayoritario de los vehículos particulares y de carga liviana.
Lo alarmante: La mayoría se abasteció de hidrocarburos. De acuerdo con datos del ministerio de Ambiente y Energía (Minae), el dióxido de carbono generado por el transporte equivale a un 54% de las emisiones netas a nivel nacional; de ese porcentaje, el 41% proviene de los automóviles particulares.
La construcción en altura es quizá una de las apuestas de parte del sector inmobiliario para contribuir con una ciudad sostenible. Si a eso se le suma, que esa construcción se alinea con prácticas sostenibles, la fórmula se completa.
En primer lugar, las construcciones verticales son un aliado del espacio y en el caso de Costa Rica se necesita.
De acuerdo con el informe emitido por la Cámara Costarricense de la Construcción, con base en los registros del 2016, se contabiliza un aumento en la cantidad de construcciones en altura “lo cual consolida la tendencia de aprovechamiento de espacio y un cambio en la preferencia de los clientes con respecto a los espacios habitacionales”.
Según los datos, la cantidad de registros para el 2016 aumentaron en 12 proyectos de este tipo con respecto a un año antes, donde las obras de entre 10 y 14 pisos reportaron el mayor dinamismo.
[quote width="auto" align="none" border="#002f56" color="#59a3d9" title="sostuvo Gilberto Delgado, asesor técnico de la Cámara de la Construcción."]Los desarrolladores están muy en pro de construir en altura y esto sin lugar a dudas, ayudará al país. La cámara se ha acercado a las municipalidades para hablar de lo importante de generar un entorno urbano que sea sostenible y evitar que la gente se salga de la ciudad. Aquí juegan un papel muy importante los planes reguladores y hasta de la creación de incentivos[/quote]
Al mismo tiempo, lejos de construir nuevas edificaciones que sigan esta tendencia, también se señala el aprovechamiento de los edificios existentes y hoy ociosos, como un paso a seguir.
“Se habla de repoblar San José, y eso es posible. Podemos ver como hay una gran oferta de infraestructura que está ociosa, de seis o 10 pisos, y solo los dos primeros niveles. Ahí hay toda una oportunidad”, agregó Guzmán.
No menos importante, no se puede pensar en crear una ciudad sostenible si no es económicamente sustentable.
Es decir, este modelo de ciudad debe satisfacer sus necesidades sin comprometer los recursos del futuro.
A criterio de Jorge Melguizo, consultor y conferencista en gestión pública, proyectos urbanos integrales y cultura, se debería de tocar el término de sociedades sostenibles y, en ese sentido, la única forma de que las sociedades lo sean es creando clase media.
En su exposición, Ciudades Sostenibles: Alianzas público - privadas para la transformación de Medellín, afirmó que nuestras ciudades latinoamericanas, construidas sobre modelos de exclusión y pobreza, no son sostenibles.
Para ello, se teje la necesidad de incrementar y fortalecer las clases medias, con programas de generación de ingresos y con mejoramiento de las condiciones laborales para la población más pobre.
[quote width="auto" align="none" border="#002f56" color="#59a3d9" title="detalló Jorge Melguizo, consultor y conferencista en gestión pública."]Hay que generar acceso de toda la población a lo público: lo público tiene que ser factor de igualdad oportunidades, desde lo público se construye esa equidad y esa inclusión. Y lo público no es asunto exclusivo del sector público, sino todo lo contrario: lo público tiene que ser un reto colectivo (el mayor reto colectivo)[/quote]
A modo de ejemplo, y específicamente para la ciudad de Medellín, Melguizo señala como el gobierno municipal ha logrado la articulación con empresas y empresarios, siendo entonces las las alianzas público - privadas una de las claves de la transformación de la ciudad. Los esfuerzos mayoritarios de esta apuesta se han concentrado en las áreas como la educación y la cultura.
“Toda la comunidad, toda, empezando por quienes tienen más posibilidad (empresarios y gobernantes) deben hacer de la construcción y mejoramiento de lo público su norte principal. La convivencia debe ser el resultado de las políticas públicas. Lo contrario a la inseguridad no es la seguridad sino la convivencia. Y, entonces sí, podremos hablar de una sociedad sostenible. De unos países sostenibles. De unas ciudades sostenibles”, concluyó.
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